ESTA SOY YO DE ESPALDA.

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domingo, 6 de febrero de 2011

NO SEAMOS ESPECTADORES MUDOS POR MÁS TIEMPO




No está muda, claro que no;
Pero debajo de sus innumerables moratones y de su angustioso silencio, hay una mujer reducida por un hombre que bien podría ser un habitante de la época medieval.
La última víctima de violencia de género, tampoco había denunciado a su verdugo con anterioridad. Ha permanecido, como tantas otras,  dentro de ese burka invisible desde el que sólo por unos pequeños orificios  pueden ver la luz, pero que aunque invisible, puede resultar tan aterrador y eficaz como el que cubre el rostro de esas mujeres Afganas, que son sometidas por hombres que parecen de la edad media mientras que ellos disfrutan del progreso del siglo XXI.
El maltrato a la mujer es una epidemia que debemos combatir entre todos.
María, como tantas otras mujeres, no ha denunciado a su verdugo por miedo a sus represalias y por miedo también a ser rechazada por su familia y la comunidad en la que viven. Temen llegar a ser el centro de la diana de la discriminación social.
Debemos apoyar a todas esas supervivientes, a todas a aquellas que se atreven a denunciar, y a todos los que poco a poco se atreven a llamar al 116, teléfono contra el maltrato, para denunciar, preguntar y comentar, todas aquellas situaciones de abusos contra mujeres que  observamos a nuestro alrededor sin esperar de forma pasiva, como meros espectadores, a que la mujer despierte de su destrucción y solicite la ayuda que necesita.
Cada vez son más numerosas las llamadas de auxilio, aunque también han aumentado las llamadas de hombres que insultan y amenazan a quien desarrolla esa labor tan necesaria.
Pretenden amedrentar, acallar y anular unas voces que aportan soluciones, que aportan luz y esperanzas.
 No lo van a lograr.
Entre todos debemos devolverles a ellas su autoestima, y a ellos, enviarlos directamente a la cárcel, donde tengamos la garantía de que no van a volver a someter a sus parejas, que no van a conseguir que el nombre de esa mujer llegue a formar parte de una lista que resulta vergonzante.
María, como otras, merecía y merecen una vida mejor.
Merecen ser libres, ser ellas mismas. Merecen que entre todos aportemos nuestro granito de arena para que encuentren la salida del laberinto, para que encuentren la solución a su problema.  Debemos robarles a esos tiranos y crueles carceleros de la época medieval,  las llaves que un día cerraron los derechos de tantas mujeres, para que ellas algún día no muy lejano,  puedan hacer uso de un esperanzador futuro, ya que la mayoría no ha podido hacer uso ni de su presente.

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